Parras de la Fuente, ubicada en el corazón de Coahuila, se destaca como un emblema de la vitivinicultura en América. Su rica historia vinícola se remonta a épocas prehispánicas, cuando tribus nómadas recolectaban uvas silvestres para producir bebidas alcohólicas mezclándolas con miel. Con la llegada de los colonizadores europeos en 1521, se establecieron los primeros viñedos de Vitis Vinifera, iniciando así la viticultura moderna en México. En 1594, los monjes jesuitas Jerónimo Ramírez, Francisco de Arista y Juan Agustín de Espinosa fundaron la misión Santa María de las Parras, aprovechando la abundancia de vides silvestres y agua en el valle. Este acto sentó las bases para el desarrollo de la vitivinicultura en la región.
La Hacienda de San Lorenzo, conocida hoy como Casa Madero, fue establecida en 1597 por el soldado Lorenzo García, convirtiéndose en el viñedo más antiguo en operación continua en las Américas. A lo largo de los siglos, Casa Madero ha sido un pilar en la evolución de la industria vitivinícola de Parras de la Fuente, introduciendo innovaciones y técnicas modernas, como el uso de portainjertos especializados, que han mejorado la calidad y cantidad de la producción de vino. En los años 80, estas prácticas impulsaron la expansión de viñedos no solo en Parras, sino en todo Coahuila. Hoy en día, Parras de la Fuente no solo preserva su rica tradición vinícola, sino que también es reconocida internacionalmente por la excelencia de sus vinos, contribuyendo significativamente a la reputación global de la vitivinicultura mexicana.
Parras de la Fuente, situada al sur de Coahuila, enfrenta desafíos únicos en su viticultura debido a su clima extremo y topografía. Con una temperatura media anual de 19.9°C y variaciones diurnas significativas, las condiciones oscilan entre extremos de más de 40°C y menos de -5°C (Ver Tabla 3). A pesar de ser un oasis, la precipitación anual de 258.6 mm no satisface las necesidades de riego, lo que hace que los viñedos dependan en gran medida de aguas subterráneas.
Ubicada en 25°30’N, 102°20’W, Parras de la Fuente está formalmente fuera de la franja mundial del vino, pero su peculiar topografía permite la producción de uvas de alta calidad a una altitud promedio de 1,450 metros. El valle se extiende 105 kilómetros de oeste a este y 32 kilómetros de sur a norte, con elevaciones que alcanzan hasta 2,900 metros al sur, 1,600 metros al norte y un valle en el intermedio.
El 60% del tiempo, el valle tiene cielo despejado, especialmente en mayo y junio, y un 40% con nubosidad prominente de julio a septiembre. Sin cuerpos de agua cercanos, no hay presencia de niebla. La radiación solar es significativa, alcanzando picos de 7.4 kWh en mayo y junio. La brisa fresca, con una velocidad promedio de 13.5 km/h, corre de oeste a este, aunque vientos más fuertes han alcanzado hasta 100 km/h, ocasionando daños esporádicos.
La región se abastece de manantiales de las sierras vecinas, con pozos de riego esenciales para el mantenimiento de los viñedos, que varían en profundidad de 30 a 250 metros.
El suelo es una mezcla de arena, limo y arcilla, con drenaje moderado y color café claro según el sistema de color Munsell (8-9). La evapotranspiración anual promedio es de 0.5 mm/día, aumentando a 1.74 mm/día en la temporada de crecimiento y 2.9 mm/día en días calurosos. Nutricionalmente, el suelo tiene bajo contenido de nitrógeno, alto contenido de potasio, bajo fósforo, muy alto calcio, y óptimo magnesio, con pH alto y baja materia orgánica.
El clima continental de Parras, con veranos largos y calientes e inviernos cortos y moderados, es clasificado como Zona V Winkler, similar a Murray-Darling, Australia; La Mancha, España; Valle de San Joaquín, California. Las temperaturas varían significativamente, alcanzando más de 40°C en verano y bajando ocasionalmente a menos de 0°C en invierno.
Para mitigar los desafíos climáticos, se han implementado sistemas de riego por goteo y medidas de protección contra heladas, granizo y enfermedades como la esca. Sin embargo, la adaptación continua es esencial para garantizar el éxito en la producción de vino.
El cambio climático presenta retos importantes para la viticultura, incluyendo:
Además, los eventos climáticos extremos representan riesgos adicionales, como:
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